REFLEXIONES
(Periodismo con Historia)
Por: Miguel Ángel García Muñoz
Olvídese usted si Eduardo Rivera Pérez no es poblano de nacimiento, sino nacido en Toluca, Estado de México.
Es lo de menos, mexicano al fin.
Pero hay un pasado que lo condena como alcalde de Puebla, pues siempre se mantuvo servicial y doblegado a Rafael Moreno Valle Rosas. Pactó con él, se dejó engañar y manipular hasta la indignidad.
¿Cómo aspirar a gobernar el Estado de Puebla con sus antecedentes que apestan?
¿Cómo esperar que los poblanos apuesten por Eduardo si su administración está basada nuevamente en pavimentar calles, en cobro de impuestos, en llenar sus bolsillos con dinero de los parquímetros, en privatizar las calles de la ciudad, en pedir efectivo a los ciudadanos por el Derecho del Servicio de Alumbrado?
No le basta con las participaciones que entre 15 y 17 por ciento recibirán en 2023 de incremento los presidentes municipales que deberían ser garantía en seguridad pública y derechos humanos, en lugar de gastarlos en publicidad de campaña electoral anticipada, en camionetas último modelo, sueldos estratosféricos y en pagar a medios de comunicación afines a sus intereses.
El colmo es su alianza con Ignacio Mier Velazco, protector de delincuentes, con parte del morenovallismo y el aval del priismo liderado por el Doctor Enrique Doger Guerrero, quien ha coqueteado insistentemente en pasarse a las filas de MORENA, creyendo que juega con dios y con el diablo sin haber consecuencias.
El morenovallismo que tanto daño hizo a Puebla endeudando las finanzas públicas, es la columna vertebral del ayuntamiento. No están lejos de él Antonio Gali Fayad y Luis Banck Serrato.
Ha sido un presidente municipal mentiroso por el ángulo que se le vea.
MENTIRAS Y CORRUPCIÓN
La administración de Rivera Pérez (2011-2014), estuvo plagada de mentiras y tuvo que sortear una serie de denuncias por corrupción, empezando con su programa estrella de las mil calles pavimentadas que nunca completó, alcanzando apenas 253; se le señaló de manejar empresas fantasmas a través de sus incondicionales; de facilitar sobrecostos en obras; de generar problemas fiscales; de hostigar a grupos sociales; se solapar a sus funcionarios Alejandro Fabre, secretario de Medio Ambiente, Amadeo Lara, titular de Seguridad Pública y Luis Mora de Normatividad, que hicieron de su vida un papalote.
En 2017, Lalo Rivera, fue inhabilitado por 12 años para ejercer cargos públicos, siendo multado con más de 25 millones de pesos por irregularidades encontradas en su cuenta pública de 2013. Si no bastó con esos señalamientos, tuvo inconsistencias administrativas por más de 400 millones de pesos, aclarando apenas el gasto de 123. Es decir, el daño el erario fue grande, pero también su genuflexión ante el poder que le perdonó el castigo.
Es cierto, Rivera Pérez, ganó un juicio de amparo contra su inhabilitación, pero eso le costó perder la elección por la Presidencia Municipal de Puebla en 2018 ante Claudia Rivera Vivanco que, por cierto, sus mismos yerros, le permitieron al panista recuperarse de la derrota en 2021 y ganarle a la morenista en 2021, impidiendo su reelección.
ARTURO BOTELLO VARGAS
Inolvidable el caso del tesorero municipal de Lalo Rivera, firmando documentos como Contador Público sin poseer título. En ese entonces, argumento el edil que la Ley Orgánica Municipal no exigía la obligatoriedad de contar con el documento profesional; sin embargo, al mismo tiempo estaba aceptando el delito, pues Botello firmaba al calce como profesionista de C.P. documentos de contabilidad y fiscalización, lo que significa usurpar funciones.
Y tampoco pasó nada.
Como tampoco con la corrupción e impunidad de otro de sus funcionarios, Iñigo Ocejo Rojo.
La información que apareció durante esos años fue copiosa y no se ha borrado.
Todavía se recuerda en octubre de 2022 la famosa frase del entonces Gobernador Miguel Barbosa Huerta, al asistir al primer informe del panista: “Eres libre, Lalo, ¿ya te diste cuenta?… Es la primera vez que es libre siendo alcalde”. Esto propició el rubor del servidor público que era observado por cientos de personas invitadas al centro de convenciones.
POSDATA: Markos Castro y Jesús Saldívar Benavides, son dos operadores del panismo entre los que se mueve Eduardo Rivera Pérez. El primero, se jacta de ser de todas sus confianzas y de ser el inteligente; el segundo, el que media con una fracción panista inconforme y altos mandos dentro de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), dado que, se asegura, a la Rectora Lilia Cedillo Ramírez no le gusta la política.
POSDATA 2: Si a la Rectora Cedillo Ramírez no le gusta la política, ¿qué hace en reuniones en Casa Aguayo, con líderes de Partidos políticos, recibiendo en sus oficinas de rectoría a funcionarios que le recomiendan y aspirantes a gobernar el Estado, colocando a la BUAP en una de tantas izquierdas que existen como el número que hay de manos y pies.