GIOVANNY GARCÍA JIMÉNEZ
Los agoreros del desastre han venido vaticinando desde el año 2000 la desaparición del PRI del escenario político nacional.
Sus dotes de clarividencia han sido una farsa.
El Revolucionario Institucional no pasa por sus mejores tiempos, pero está lejos de la incineración. Se renueva y deja ir a los que quieren, que ni son muchos y no le hacen falta. Alejandro “Alito” Moreno, es una “Chucha Cuerera” que sabe los terrenos que pisa.
En Puebla, se creyó que la renuncia de Germán Sierra Sánchez, Juan Manuel Vega Rayet y Adela Cerezo, era el anuncio de una desbandada; no fue así, por el contrario, la tercia evidenció su oportunismo y ambición. Total, ya consiguieron lo que querían durante muchos años de explotar al Partido que, ahora, se reagrupa bajo el liderazgo de Néstor Camarillo y la experiencia de Consejeros que se la saben todas.
Alberto Jiménez Merino, al pie del cañón, nunca pensó en traicionar; hombre de convicciones, hizo patente su lealtad.
Se aseguraba que Lorenzo Rivera Sosa, levantaría el vuelo. No fue así, ahí está sin doblarse.
Sólo por citar un par de casos.
Ahora, el joven talentoso Lorenzo Rivera Nava, ha sido designado como dirigente estatal del Movimiento Territorial, en una muestra de que el PRI crea nuevos cuadros y se sacude lo que estorba.
Viene en 2021 una prueba dura para el PRI: Tratar de escalar al segundo lugar de las preferencias políticas, adjudicándose posiciones relevantes y desbancando al PAN. Lo puede lograr, dependiendo de los candidatos que lance, del trabajo que haga el priismo en pleno y de los acuerdos que concrete con inteligencia con otras fuerzas políticas.
Ya se verá.
